“Si Jehová no edificare la casa, en vano trabajan los que la edifican…” Sal 127:1 Una de las principales fuentes de conflictos en los matrimonios es la administración financiera del hogar cuando esta no se compromete con la palabra de Dios.
Para que el Señor edifique nuestra casa es necesario respetar sus principios Al intentar acomodar nuestra conducta a Su Voluntad puede que en un principio nos desagrade o disguste pero, una vez que nuestro entendimiento sea renovado no solamente veremos la perfección y bondad que hay en ella sino también que es muy placentera (Ro 12:2) A continuación proponemos tres principios claves sobre los cuales entendemos que bíblicamente la administración de un hogar funciona conforme la Palabra de Dios:
1. LA UNIDAD: de acuerdo con Gn 2:24 al unirse en matrimonio el hombre y la mujer se funden en un solo ser. Esto es, se vuelven un solo espíritu, un alma y un cuerpo. Si bien no es asunto de esta temática tratar de explicar este misterio, es una verdad que al casarse dos personas alcanzan un nivel de profunda unidad. Ahora bien, hay matrimonios que están dispuestos a unir sus espíritus, almas y cuerpos pero no sus billeteras. En un matrimonio dispuesto a funcionar de acuerdo a la voluntad de Dios no debe existir “tu dinero y mi dinero”.
Los ingresos son de ambos y los gastos también. Aunque fuere uno sólo el que trabaja y uno sólo el que gasta, la TOTALIDAD de lo que ingresa en el matrimonio pertenece a ambos y la responsabilidad del destino que se le da al dinero también. Hay personas que le ocultan dinero a su cónyuge sin entender de que abren una puerta a que las tinieblas tomen lugar en su vida y caigan en la tentación de darle un destino incorrecto o pecaminoso a ese dinero. Esto no debe ser así, ambos cónyuges deben de conocer de todas las fuentes de ingresos de la casa.
2. EL ACUERDO: Jesús enseño en Mt 18:19 que cualquier cosa que dos personas pidan al Padre puestos de acuerdo, Él las concedería. Y según Amos 3:3 la clave para transitar un mismo sendero y propósito juntos es estar de acuerdo. Una pareja debe de ponerse de acuerdo de manera periódica, disciplinada y responsable acerca de cuáles serán las fuentes de ingresos y los destinos que se les dará a estos. Sin acuerdo, surge la división, lo que atenta contra la unidad y en consecuencia contra el matrimonio. A un matrimonio que no está de acuerdo acerca de sus objetivos financieros y del estilo de vida que desean llevar seguramente le costará mucho más trabajo alcanzar sus sueños y disfrutar la vida.
3. EL ORDEN: En la creación cuando la tierra se encontraba desordenada y vacía Dios estableció el orden de la naturaleza, el día y la noche, y luego multiplico a los seres vivos. La multiplicación es posterior al orden. Así mismo, cuando ordenamos nuestras finanzas nos preparamos para que estas se multipliquen. En 1 Cor 14:33 Dios se presenta como un Dios de paz y no de confusión y luego en el vs. 40 nos indica que todo debe hacerse decentemente y en orden.
Si bien, esta porción de la Escritura está haciendo alusión al comportamiento en las congregaciones no hace falta convertirse en un erudito bíblico para entender que Dios es ordenado y que desea que sus hijos se comporten de la misma manera. Todos los siervos de Dios que prosperaron grandemente en la historia bíblica se caracterizaron por mantener en orden sus finanzas.
José supo registrar la producción de su Egipto para gravar la quinta parte, Nehemías calculó lo necesario para pedirle al rey de la época los recursos para llevar adelante la obra por la que tenía carga, Salomón llevaba un registro impecable de toda la riqueza que Dios le había dado a administrar. El orden y la prosperidad son hermanas, el alma diligente será prosperada Prov 13:4.
Presupuesto Familiar “Porque ¿quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla?” Lc 14:28 El presupuesto familiar es una herramienta de planificación financiera que estipula los ingresos y egresos que percibirá y afrontará una economía hogareña en un período de tiempo dado.
Esto nos permitirá programar los cursos de acción necesarios para alcanzar nuestros objetivos financieros, ajustar los desvíos entre lo planeado y efectivo, y entrenarnos financieramente para obtener mejores resultados. Entendemos, de acuerdo a los principios expuestos, que ésta constituye una excelente herramienta para practicarlos. Típicamente, un presupuesto está constituido de la siguiente manera:
Ingresos: Involucra la totalidad de los ingresos provenientes de sus distintas fuentes. Una clave del éxito financiero es no depender de una sola fuente de ingreso. El Señor en Mal 3:10 promete abrir “las ventanas” de los cielos para derramar su bendición, no “la ventana”. La bendición de Dios viene por varios canales.
Sueldos: sin importar quien trabaje pertenece al matrimonio. Dos sueldos, una billetera.
Honorarios: retribuciones a servicios cobrados por prestaciones llevadas a cabo en forma independiente.
Resultados: Rendimiento de los negocios, empresas, emprendimientos, comercios, llevados adelante.
Rendimiento de Inversiones: retribuciones al capital invertido en destinos que no requieren nuestro tiempo en su gestión (plazo fijos, fondos comunes de inversión, etc.) Otros ingresos: regalos, donaciones, herencias, juicios, etc Egresos: Estimación de los destinos de los fondos.
Diezmos: participación que damos a Dios en nuestras finanzas por ser La Fuente de nuestros Ingresos (Mal 3:10, Dt 14:22).
Cuando trabajamos en relación de dependencia lo correcto es diezmar de nuestro sueldo bruto. Cuando trabajamos en forma independiente lo correcto es diezmar de nuestro resultado neto.
Ofrendas: Si queremos evitar presentarnos delante de Dios con las manos vacías de acuerdo con Dt 16:16 debemos planificar y separar nuestras ofrendas para cada reunión a la que asistimos. Esto no implica que resignemos nuestra atención al Espíritu Santo por si El quisiera guiarnos a dar una ofrenda especial.
Pactos: Según Ecl 5:4 no cumplir nuestras promesas a Dios pueden ocasionar que todo el fruto de nuestro trabajo sea destruido. Honremos nuestras promesas a Dios así como El honra sus promesas con nosotros. Ahorros: no fue el don de interpretación de sueños lo que puso a José como cabeza de muchas naciones, sino su capacidad de ahorrar en los tiempos de abundancia a fin de cumplir el Propósito de Dios de salvar a las naciones de la tierra de la hambruna que se avecinaba. 2 Co 12:14 nos dice que los padres debemos atesorar para nuestros hijos.
El ahorro nos permite financiar los Propósitos de Dios, atender contingencias y cumplir nuestros sueños. La meta mensual que fijemos para ahorrar determinará a priori el tiempo que tomará alcanzar nuestros objetivos financieros.
Obligaciones y Deudas: La palabra de Dios nos enseña que no debamos nada a nadie (Ro 13:8) y que el deudor es esclavo del acreedor (Prov 22:7). Lo más saludable para una economía familiar es manejarse al contado. De ser necesario financiaciones hay que tratar de evitar destinarlas a los bienes de consumo inmediato ( comestibles , compras de supermercado, etc.) y mucho más si se trata de “gustos” (vacaciones, entretenimientos, etc.).
A lo sumo, vale la pena considerar la financiación al tratarse de la adquisición de bienes de consumo duradero (lavarropas, cocina, heladera, etc), aunque siempre es más recomendable ahorrar hasta alcanzar el objetivo y comprar de contado, de esta manera también pueden conseguirse mejores precios y ofertas especiales. Honrar nuestros compromisos nos da buen testimonio como hijos de Dios.
Por otra parte, cuando prestamos dinero debemos hacerlo en acuerdo y no contar con que nos lo devuelvan, de esta manera si nos lo devuelven lo recibiremos como una bendición, y si no lo hacen mantendríamos la paz en nuestros corazones y en nuestro hogar. Si prestamos dinero y dependemos de que nos devuelvan para atender nuestros compromisos estaríamos actuando torpemente ya que en realidad estaríamos prestando lo que no nos pertenece.
NO se está habilitado a prestar dinero sin el consentimiento expreso del cónyuge. Y si salimos de garantes (lo cual la Biblia recomienda no hacerlo Prov 6:1-5) debemos de entender de que esa deuda es nuestra y que en cada vencimiento debemos asegurarnos de que la persona a la que garantizamos cumpla su compromiso, de lo contrario debemos hacerlo nosotros. Tampoco se está habilitado a prestar dinero cuando hay necesidades relevantes insatisfechas en nuestra casa, porque quien no provee primeramente para su familia es peor que un incrédulo y ha negado la fe (1Tim 5:8)
Impuestos, Tasas y Tarifas: Jesús dijo “dar al cesar lo que es del César y a Dios lo que es de Dios” (Mt 22:11). Como hijos de Dios tenemos el deber de ser contribuyentes responsables con el estado en el que vivimos Gastos Primarios: Son aquellos indispensable para la vida, el sustento, el vestido y la vivienda. Priorizar estos egresos nos enfocan en lo que en verdad requerimos como familia para sostenernos.
Servicios: típicamente expresados en comodidades (abonos de celular, servicio de cable, internet, etc). No son indispensables y en caso de faltantes es lo primero que debemos considerar reducir.
Gastos Accesorios – Gustos: son aquellos gastos que actúan para alivianar presiones (salir a comer, salir con amigos, vacaciones, artículos suntuosos, etc). Nunca es recomendable eliminarlos completamente, ya que en un momento de presión o debilidad no haberlos planificado puede derivar en un desborde mayor, pero es necesario controlarlos y limitarlos ya que muchas veces son el principal rubro de egresos de nuestro dinero.
Imprevistos: Es saludable siempre destinar una porción de los ingresos a parte por cualquier eventualidad que pueda surgir (algún amigo en apuros, un remedio, una multa, etc) de manera de que de producirse alguna circunstancia que no teníamos prevista podamos atenderla sin que nos desvíe de nuestros objetivos.
Saldo Final: es la diferencia entre Ingresos y Egresos.
En nuestro plan debería ser igual a cero (ya que si sobrara algo podríamos sumarlo al ahorro), pero en la práctica siempre suele sobrar o faltar de manera que afectará nuestro siguiente período económico. Presupuestar mensualmente y cotejar la realidad con nuestros planes es un desafío que requiere disciplina y entrenamiento. Pero nos permite vivir conforme a los principios de Dios y disfrutar de sus beneficios